Entrevista a Cruz Novillo
¿Qué relación has tenido desde tu infancia con los juguetes, objetos o herramientas que han despertado en ti las ganas de construir, jugar?
Nací en Cuenca el año que comenzó la Guerra Civil, y eso marcó de alguna manera mi infancia. No pasaba largas temporadas en ninguna parte, pues viví en distintas casas que tenían mis tías en Castilla, Valencia y Santander. Por lo tanto no recuerdo haber tenido muchos juguetes propios, lo que quizás contribuyó a que mi actividad favorita fuera dibujar.
¿Qué importancia tiene el juego en tu proceso creativo, en la creación de una ilustración, un cartel, un objeto o un juguete?
Siempre he sido enemigo de la frivolidad en el diseño, pero muy partidario del sentidodel humor. A veces el equilibrio es complicado pero me parece que es deseable no caer en el chiste, que por bueno que sea deja de hacer gracia cuando te lo cuentan muchas veces. Y yo creo que el diseño debe perdurar, por cuestiones también económicas y ecológicas.
¿Cuando imprimes el carácter lúdico en alguno de tus diseños, lo haces para tí mismo o para jugar con los demás?
Juzgar uno mismo el proceso de creación de cualquier cosa es ineludible y además muy positivo para el resultado final. Cuanto más autocrítico se sea, mejor. Aunque al final, lo que nos divierte a todos es jugar acompañados, claro.
¿Crees que se diseña verdaderamente para los niños?
Un buen diseñador crea buenos diseños, con independencia de su público. Quien diseña toboganes de acero, que en verano se convierten en planchas de asar, no creo que acierte tampoco cuando diseña para adultos.
¿Qué objeto de tu casa recuerdas que fuera para tí, un elemento de juego imprescindible? Por ejemplo una silla, un tenedor, la parte de abajo de una mesa…
El viejo aparato de radio que tenían mis padres. Era el protagonista de nuestras fiestas, y de los bailes con mis hermanas Tere y Mari. Ya de mayor, me impactó conocer el Lego. ¿De qué manera interactúas con el público infantil? Testeas tu trabajo con ellos, trabajas directamente con ellos…
He tenido pocos encargos relacionados directamente con el público infantil. Recuerdo por ejemplo mi mural Circo para el comedor del Colegio San Fernando, o los animales y plantas que dibujé para identificar las aulas de la Universidad Laboral de Cheste. Me parece curioso lo que le gusta a mis nietos jugar con las cajitas de cerillas del ABC animal que diseñé para Fósforos del Pirineo a finales de los 60, porque obviamente iban destinadas a fumadores. Así que nunca se sabe. Mi hijo Pepe tuvo la idea de poner a la venta algunos de estos diseños en nuestra web y me he llevado la alegría de ver que siguen interesando al público tantos años después.
¿Qué referentes te han inspirado o has estimulado el juego en tu trabajo?
Los artistas y diseñadores que más admiro no son solemnes. Da igual que hablemos de Picasso, de Velázquez o de George Lois. Estoy en deuda con ellos y con otros muchos creadores.